Comentario
La rivalidad entre MacArthur y Nimitz no había cesado. El general, tras lograr que se aceptara su plan de avanzar camino de las Filipinas, pretendía ahorrarse los agotadores combates de la jungla empleando la poderosa 58 Task Force (Mitscher), compuesta entonces por nueve portaaviones pesados y seis ligeros, con una aviación embarcada de 900 aparatos. La 58 TF formaba parte de la 5.ª Flota (Spruance), que se empleaba a fondo en el Pacífico central, en la carretera de Tokio.
Una vez más, Washington mantuvo la solución de compromiso y decidió que la 58 TF se emplease alternativamente: unas veces Mitscher dependería de Spruance y otras de Halsey. Gracias a su apoyo, la campaña de Nueva Guinea se agilizó como deseaba MacArthur.
Allí, la guarnición japonesa se hallaba muy debilitada porque las reservas de Tokio se estaban empleando en detener a los norteamericanos en el Pacífico central. La base fundamental era Hollandia, en la bahía de Humboldt, que fue duramente bombardeada.
Fiel a su idea de no empantanarse en la desesperante guerra de la jungla, MacArthur hizo avanzar a sus tropas a lo largo de la costa, mediante saltos, empleando los transportes y el apoyo artillero y aéreo de la flota, como se estaba haciendo en la conquista de las islas.
Mientras una división americana y otra australiana marchaban por la costa, en abril, se preparó el desembarco contra Hollandia. Previamente, la mayor parte de la Aviación japonesa fue destruida en tierra por bombardeos y, el 22 de abril de 1944, tres grupos anfibios desembarcaron: dos a ambos lados de Hollandia y otro en Aitape, para tomar los aeródromos de la zona. Los 50.000 americanos que saltaron a tierra apenas chocaron con los japoneses, mucho menores en número, que huyeron hacia el interior.
El mosaico de Nueva Guinea había perdido todos los enclaves japoneses. El general Adachi, que defendía Wewak, quedó aislado, pero conocía la experiencia de retiradas a través de la jungla interior, y prefirió hacerlo por la costa, hasta que le rechazaron las fuerzas americanas de Aitape. El próximo objetivo americano fue Wakde, al oeste de Hollandia. Se conquistó en mayo, después de dura pero corta resistencia.
Desde este momento, las guarniciones japonesas de Nueva Guinea eran ya un conjunto de destacamentos sin plan global y en espera de ser eliminados. Sólo los submarinos eran capaces de una actividad notable, al hundir muchos barcos americanos en ruta a las operaciones, pero la creciente amenaza en el Pacífico central les hizo abandonar Nueva Guinea.
No todo fueron operaciones sencillas. Biak era otra isla cercana a Nueva Guinea que MacArthur decidió tomar. Tenía una guarnición de 11.000 japoneses, que no opusieron resistencia en las playas, pero habían fortificado el interior con cuevas convertidas en fortines, táctica más eficaz que una resistencia en la playa.
Los americanos pretendían tomar los aeródromos del interior, pero los defensores se habían fortificado en alturas que los dominaban y contaban con grupos de carros que contraatacaban eficazmente.
Los primeros desembarcos ocurrieron a finales de mayo, y MacArthur necesitó emplear enormes cantidades de tropas y material hasta el mes de agosto. El progreso en la isla fue muy lento y, aunque el número de muertos o heridos en combate resultó poco elevado, las enfermedades provocaron unas 10.000 bajas, y la experiencia sirvió para que MacArthur acelerase las operaciones sucesivas.
Así, ocupó rápidamente los últimos tres aeródromos japoneses en la isla de Noemfoor y dejó al enemigo sin aviación. Todavía quedaban en Nueva Guinea unas cinco divisiones japonesas, en núcleos dispersos, pero sin posibilidad de apoyó aéreo. MacArthur destinó fuerzas australianas a acabar con ellas, mientras preparaba el camino de Filipinas, que había quedado despejado.